El pollito de la Avellaneda, editado por Kalandraka, es un cuento acumulativo —fácil de contar incluso para los que se atrevan poco— en el que un personaje tiene que conseguir toda una serie de objetos para resolver un problema urgente ( ¡Ande, no se haga de rogar / que se me puede ahogar! ). Las ilustraciones de Gabriel Pacheco son claras, expresivas y con rasgos de humor e irrealismo. La combinación es, a mi modo de ver, excelente, y funciona bien con niños de tres años en adelante (o incluso algo menos, si se cuenta individualmente)