El mundo cambiante en que vivimos exige formación de personas con criterio crítico como herramienta para responder a los retos modernos. La obra describe las habilidades para ejercitar la manera de pensar, analizar la información, respetar los puntos de vista y trabajar la tolerancia. Mientras más se perfeccionan estas habilidades, el pensador crítico se fortalece en autodirección, autorregulación, autodisciplina y autocorrección. Con ello se espera que el pensador crítico ideal mejore su desempeño social e intelectual, aumente su interés en el desarrollo social y sea proactivo, es decir, que no se limite sólo al hecho de pensar.