Resultaba dificil creer que Kate Fitzleger se hubiera convertido ya en una hermosa jovencita. Casi toda una mujer, como no dudaba en afirmarlo ella misma. Y es que lo cierto era que la impulsiva y apasionada muchacha llevaba esperando ese momento durante toda su vida. O, al menos, desde su llegada a Torrecombe, momento marcado por su primer encuentro con el encantador Val St. Leger... el hombre que se adueñaría de sus sueños. No obstante, Kate sabía que una vieja maldición se oponía a sus designios. Pero también sabía que nunca, nadie, le había hecho cambiar sus planes...
Descendiente de un antiguo hechicero, y al igual que todos los de su estirpe, Val St. Leger había sido agraciado con un don único y mágico. En su caso, la facultad de absorber el dolor de los demás, con el sólo toque de sus delicadas manos. Para muchos de los habitantes de Torrecombe, no se trataba más que de una vetusta leyenda. Para otros, era el regalo que les había salvado la vida. De todas formas, con semejante talento, Val St. Leger se había ganado el prestigio de un amable y reservado doctor de pueblo.
Aunque muchos ignoraban que la fuente de sus poderes, era también... una pesada cadena.