El autor aboga por un tratamiento cinesiterápico del movimiento y no mediante el movimiento. Basándose en abundantes referencias neurofisiológicas, propone una nueva relación terapéutica en la que la mirada y las manos ocupan un lugar esencial.
Su técnica se fundamenta en un tratamiento global del hombre, ofreciendo unas nuevas y sólidas bases para la práctica de la cinesiterapia.
Para Boris Dolto, ninguna afección puede tratarse localmente y cualquier movimiento debe ser emplazado en el conjunto del organismo; la zona afectada encuentra de esta forma la unidad del cuerpo en todo su conjunto.
Basándose en serios principios histológicos, anatómicos y fisiológicos, el autor propone técnicas demostradas para el tratamiento de las diferentes afecciones articulares y musculares ofreciendo al individuo un principio de vida propia auténtico y actual.