Según el profesor Lenecq, la forma más brillante de la cultura moderna, consiste en el estudio de la historia de las ideas. Los progresos efectuados en el dominio de varias ciencias y de muchas técnicas, han sido tales dice que, en la actualidad hay cierta tendencia de ignorar o, lo que es peor, de despreciar su pasado, y de creerlas nacidas apenas ayer. El estudio de su evolución histórica nos precave de este error. Cuando seguimos esa evolución, ese desarrollo (que no siempre es un progreso continuo, sino a veces una marcha sinuosa, con retrocesos y estancamientos), adquirimos desde luego una excelente lección de modestia si sabemos reflexionar; vemos en efecto cómo son raros los grandes descubrimientos, cuán difícil es su realización, y por ello se aumenta nuestra admiración por quienes los hicieron; estudiando los conocimientos científicos de nuestros predecesores y sus técnicas, comprendernos mejor éstas en su estado actual y verificamos la justísima observación de Augusto Comte, de que no se conoce bien una ciencia, sino cuando se sabe su historia.