Se ha dicho mucho de mí. Verdades y mentiras. Hay quienes me conocen y saben quién soy. Hay también quienes me han inventado. No pretendo dictaminar aquí sobre acontecimientos políticos. Tampoco es una autobiografía. Sólo quiero contarles algo de mi historia; decirles qué me mueve, por qué lucho, cuáles son mis convicciones y mis sueños. No excluiré mi pasado. Es lo que me ha permitido ser lo que soy y trabajar por lo que trabajo; con muchos errores, sin duda; pero siempre pensando en que mañana puede ser mejor que hoy.
Aprendí de mis padres el amor a la familia. En el colegio me enseñaron que todos somos iguales y venimos al mundo con lo necesario para crecer. En estos años he aprendido que los hombres y las mujeres sólo nos desarrollamos en un ambiente propicio y este no lo tienen aún muchos mexicanos y, menos aún, muchas mexicanas.
Soy una mujer a la que la crítica no dobla, que no por ello deja de lastimarla.
Aprendo de todos y de todo.
Amo profundamente a mis seres cercanos, mi esposo, mis hijos, mis nietas, mi nieto. Amo, a través de ellos, a la comunidad fuerte y valiente que es México.
Me siento afortunada de poder compaginar la vida de familia, el apoyo a mi marido, y el servicio a mi país; de trabajar por lo que creo y de conocer, en su ambiente, a tantos mexicanos y mexicanas que enfrentan la vida con valor y dignidad.
Agradezco y valoro las oportunidades que me ha dado la vida.
Sí, tengo muchas historias que contar. Los nuevos tiempos invitan a que, en tanto esposa del Presidente de México, empiece a compartirla con ustedes.
El presente es fugaz. La vida sucede demasiado deprisa. Dicen que recordar es vivir. Volver a vivir lo vivido, al menos una vez.
Marta Sahagún de Fox.