En Los Dos Rivales, continuación de las aventuras de Sandokan y Yáñez otro personaje, el francés De Lussac aparece poco antes de comenzar la novela. Surama también acompaña a Sodokan y Yáñez. Se encuentran en la India, en un campamento, y disponen de buen número de poderosos elefantes que constituye el mejor medio de locomoción. Se dirigen a la isla de Rajmangal, el rescate de Damna. El padre de ésta, Tremal-Naik, ya viudo de Ada, va con ellos. Los enemigos en esta novela, en consecuencia, son los raptores de la niña Damna, o sea los feroces thugs. Darma, el tigre amaestrado, y el perro Punthy desempeña un papel en la trama, la cual es vertiginosa y colmada de peripecias: el asesinato, a mono de los thugs, de un elefante incomparable; el rapto de Surama; la huída en una pinassa en busca del prao; el asalto a la torre de Barrekporre, momentáneo refugio de los héroes; la traición de los de la pinassa, quienes no eran los que aparentaban ser; el aprisionamiento y conversión de Sirdar, hijo calavera de un brahmín que se había unido a los thugs y luego se pone de parte de los malayos. Se habla de un manti, el mismo que dio tanto que hacer en Los estranguladores. Aparece una persona el brujo y es reducido a prisión; pero se escapa mediante un novísimo procedimiento. Los Tigres de la Malasia es propiamente la primera novela de esta serie de Sandokan y Yáñez en la que el segundo ocupa el lugar central. Aparece muy orondo el portugués al mando de un buque llamado Mariana. Aunque ya contaba cincuenta años era todavía un hombre arrogante, robusto, con grandes bigotes ligeramente grises, cuidadosamente levantados y rizados, piel un poco bronceada, largos y abundantes cabellos que se salían por debajo del adornado con una cinta de terciopelo azul. Y continúa el veronés describiendo su indumento. Tangusa, intendente de Tremal-Naik, quien se ha convertido en rico plantador, cuenta a Yáñez que los dayakos, servidores de Tremal-Naik, se han sublevado contra su amo. No se explica el motivo, pues el plantador es un patrón benévolo. Dicha insurrección, sus causas y el propósito de Yánez de sofocarla, van a constituir la tarma de esta novela. Se encamina en consecuencia el portugués, acompañado por el fiel Sambigliong, a socorrer a su amigo pero, antes, sostiene una breve lucha con una flotilla de naves y las vence. Aparece entonces un misterioso peregrino que va a la Meca. El camino del portugués está erizado de obstáculos: estalla un incendio a bordo; hay traidores entre su tripulación. El misterio del peregrino, quien momentáneamente se ha esfumado, sigue sin ser aclarado. Ya en tierra, el portugués y los suyos tienen que enfrentar una carga de elefantes.