Narrar la historia de un objeto cotidiano, de sus técnicas, de sus formas, de sus usos. Tal es la primera ambición de este libro. Yo quisiera -nos dice Jaques Attali- que en él se viera, ante todo, una minuciosa historia de los instrumentos de medición del tiempo, desde el primer gnomon hasta los objetos más extraños de hoy. Una historia, asimismo, de sus teóricos, de sus inventores, de sus fabricantes. Y, por encima, la de los usos, inocentes o perversos, cotidianos o desmesurados, que les han dado los hombres... ¿Una historia? Antes bien, varias, pues las formas del tiempo se entrecruzan formando complicados arabescos. Entonces, es posible hacer diversos relatos del pasado; varios horizontes del porvenir quedan abiertos...
En cada gran encrucijada de la historia del poder cambia la medida del tiempo: señal anunciadora. El reloj del sol, el de arena, el reloj astronómico o el de pulsera, el cronómetro revelan algunas de esas grandes fracturas. Y también hoy, nuestro porvenir, sus riquezas o sus ruinas son inseparables del uso que daremos al tiempo.
