El mundo que conocíamos ha desaparecido. El mundo del comercio y de las necesidades frívolas ha sido reemplazado por un mundo de supervivencia y responsabilidad. Una epidemia de proporciones apocalípticas ha recorrido el mundo provocando que los muertos se levanten y se alimenten de los vivos. En cuestión de meses la sociedad ha colapsado. No hay gobierno, no hay tiendas de abarrotes, no hay servicio de correo, no hay televisión por cable. En un mundo dominado por los muertos, nos vemos obligados a finalmente empezar a vivir.