En la labor educativa se hace cada vez más importante y necesario, encontrar fuentes de motivación que lleven a los niños a desarrollar sus potenciales de creatividad e imaginación y que a la vez les permitan un buen empleo de su gran tiempo libre. El trabajo con papel es un recurso idóneo para ello. El docente debe propiciarlo en clase, ya sea como resultado de una temática o como un medio recreativo. Origami contribuye a que se aprenda a reconocer formas geométricas, sin dejarse influenciar por el color, el tamaño o la posición; lo cual significa que involucra la habilidad para percibir que un objeto posee propiedades que no varían, tales como una forma específica, una posición y un tamaño a pesar de variabilidad que el objeto tiene ante nuestros ojos. Extrañamente los ventanales de las aulas de clase están cubiertos por pesadas y tupidas mallas. Y las puertas se mantienen cerradas como guardando celosamente un gran secreto. Dos y dos son cuatro, cuatro y cuatro son ocho. Repitan dice el maestro. Pero miren el pájaro que pasa por el cielo y el niño lo llama: sálvame pájarito. Juega conmigo pajarito. Entonces el pájaro baja y juega con el niño. Repitan dice el maestro, dos y dos... y la fantasía cabecea en el sopor de la rutina. Entonces el recreo es un sólo grito abierto, posibilidad del juego, de la palabra desatada en risa, en máscaras en arrurrú entonado por gigantitos y enanotes, en paredes que se caen y el sol y la luna y el pájaro, inaugurando un gran juego: La escuela, una inmensa Aula Alegre, espacio lúdico de encuentro con el conocimiento. Bienvenidos a nuestra colección, adelante, los invita la Cooperativa Editorial Magisterio.