Como secuela de sus trabajos de ficción científica, en 1903, Wells publica Doce historias y un sueño, una colección de cuentos en los que se juega más con la fantasía que con la ciencia, pero en una línea imaginativa que es congruente con el género, pues explora realidades alternas que se presentan a partir de la irrupción de lo insólito en la vida de los personajes, creando situaciones en verdad asombrosas que se resuelven como un dechado de ingenio literario y proporcionan al lector una fascinante experiencia de pensamiento creativo, aderezado con un toque de misterio, un poco de horror, y una pizca de humor cáustico, muy al estilo inglés.
No sería exagerado decir que esta es una de las mejores obras de H. G. Wells, y tampoco lo sería afirmar que es una de las más relevantes de la cuentística universal.