Clamo a la memoria que recuerde, recojo mi vida, dispersada en el viento, y de pie, como un soldado ante el general… De esta manera es como descifra Nikos Kazantzakis su autobiografía plasmada en esta obra. A través de locaciones, ambientes y vivencias, Kazantzakis nos pinta un enorme lienzo que va dejando un testimonial desde su infancia hasta su edad adulta y donde nos explica la raíz de cierto número de sus obras y de paso obliga a su significación filosófica, moral y religiosa. Asimismo, pareciera que de manera incidental, pretende otorgar distintos procedimientos sobre la creación literaria, describiendo el desarrollo de sus obras a manera de manual y poniendo hincapié en algunos recursos narrativos y explicando el porqué se dan temas y hechos ya observados en su obra novelística.
Es así como Carta al Greco, más allá de ser una obra autobiográfica exquisita en imágenes y narrativa, se convierte también en un documento de recursos literarios de gran maestría y uno de sus mejores obras repleta de confesión de un espíritu excepcional.
Así, pues, bienaventurados sean los lectores que decidan ingresar en las páginas de Carta al Greco.