Andrea tiene siete años y una hermana adolescente que de pronto empieza a comportarse de manera muy extraña.
Y no, no es que vaya mal en la escuela, ni que esté hipnotizada, ni poseída por algún espíritu, o que una alienígena le haya sorbido los sesos. Simplemente, está enamorada.
A Andrea le parece que el enamoramiento es un hechizo maligno y muy poco conveniente del que tiene que salvar a su hermana.