¿Ver el yo corporal como una fuente de poder? Parece un acto de magia pero es una realidad. Toda la gente de teatro, los comunicólogos, los artistas, los narradores y los maestros, entre otros seres humanos, saben bien que es el cuerpo el que irradia esa fuerza de atracción que imanta las miradas, que capta la atención y crea espacios de energía. Leer este libro abre las puertas que siempre han estado ahí y que, ocupados en las cuadraturas de vidas preconcebidas, hemos ignorado. La ligereza del texto y la acertividad de los postulados: hoy se yergue, frente a un espiritualismo cojo y miope, un humanismo integrador nos envuelven en nuevas perspectivas no sobre los otros sino sobre nuestro yo. Cuerpo y mente, facultades superiores e inferiores, sentidos y espíritu, todo eso somos y debemos concebirnos de manera integral. Si desconocemos nuestro cuerpo y sus riquezas, si no lo dejamos sentir, ¿cómo podemos evitar la despersonalización? Robotitos programados y alimentados con obleas de sabores; los hay de frutas, legumbres y cereales y carne. Aquí van a encontrar ejemplos, retos, tareas, ejercicios, descubrimientos y redescubrimientos; van a recuperar -término preciso- la inocencia del ojo y del oído y van a enriquecer su mundo en cada acto perceptivo.