Sonó el teléfono y supo que la iban a matar. Lo supo con tanta certeza que se quedó inmóvil, la cuchilla en alto, el cabello pegado a la cara entre el vapor del agua caliente que goteaba en los azulejos. Bip-bip. Se quedó muy quieta, conteniendo el aliento como si la inmovilidad o el silencio pudieran cambiar el curso de lo que ya había ocurrido. Bip-bip. Estaba en la bañera, depilándose la peirna derecha, en agua jabonosa por la cintura, y su píel desnuda se erizó igual que si acabara de reventar el grifo de agua fría. Bip-bip. En el estéreo del dormitorio, Los Tigres del Norte cataban historias de Camelia la Tejana. La traición y el contrabando, decían, son cosas incompartidas.
El encuentro de John Le Carré con Gabriel García Márquez. Pérez-Reverte tiene un enorme grupo de seguidores que continúa creciendo. The Wall Street Journal
Junten el desencanto neorromántico de Barry Gifford con la amestría narrativa de Juan Marsé y añadan una banda sonora con el desgarro de Chabela Vargas. El resultado de semejante mezcolanza ya tiene título: La reina del sur. El periódico de Catalunya