Nace este libro, impelido por lo que el filósofo Spinoza llamaba amor intelectual, afán emocionado de verter claridad en los entresijos de nuestro idioma, intento de poner a plena luz las palabras usuales o técnicas de origen griego y exprimirlas hasta hacerles soltar su más recóndito sentido. Los vocablos son, en cierto aspecto, el vehículo de que nos servimos para tratar de las cosas. Y, cuando su significación no nos resulta diáfana, no es fácil ponerlas con docilidad al servicio de nuestra expresión. Ello explica, en amplia medida, la pobreza de lenguaje de no pocos. Un imperativo profesional impone con urgencia la indeclinable necesidad de ofrecer, siquiera sea en breves y apretadas páginas, la exposición sumaria, pero suficiente, de los temas contenidos en los programas oficiales. Si los alumnos tuvieran actualmente a su disposición algún libro que respondiera a aquéllos, punto por punto, este libro no se hubiera publicado. Sólo en su defecto, y para llenar el vacío, sale hoy a la luz pública.