Sani Abacha, dictador nigeriano que amasó una fortuna en base a la venta de petróleo; Omar Bongo, el acaudalado presidente de Gabón y amigo de la Francia que extraía su oro negro; Ferdinand Marcos, el ostentoso mandatario filipino alineado a los Estados Unidos; Hosni Mubarak, el último faraón egipcio; Mohammad Suharto, el cruel mandatario de Indonesia señalado como el líder más corrupto de la historia global; Mobutu Sese Seko, presidente del Zaire que llevó la cleptocracia a un nivel superlativo; Teodoro Obiang Gnema, que succionó sin pudor las arcas de la pródiga e inequitativa Guinea Ecuatorial... Tal es la galería de tenebrosos personajes que pueblan estas páginas.
Pero Hugo Montero no se detiene en lo anecdótico. Analiza el tejido de intereses con el que algunos países centrales de Occidente, o sus corporaciones, se benefician de las exacciones y atrocidades que simulan no ver, hasta que el eventual socio cae en desgracia o es imposible seguir sosteniéndolo. De hipocresía, complicidad y lugares comunes está signado el debate sobre la corrupción y su estrecho vínculo con el poder de los hombres, dice el autor, y sin medias tintas se dedica a exponer las verdaderas raíces de este mal.
