Fieles pero infelices, fue la idea que cruzó por la mente de ambos. Pero ese razonamiento es peligroso: acaso hay que ser infiel para ser feliz.
En esta novela, tanto Julián como Mariana descubren que el tiempo y la monotonía lo avasallan todo, que las emociones pierden intensidad y se van agotando en aras de ese amor predecible, estable, cotidiano, al que solemos llamar perdurable. También descubren lo mucho que duele cuando ese amor se extravía en infidelidades y una vez más naufragan en la soledad. Pareja hastiada casi sin saberlo, amantes desgastados por la rueda de días siempre iguales, cuando la vida decide ponerlos a prueba y desata a la adversidad, Julián y Mariana encuentran que a pesar de la similitud inexorable de una fracción de tiempo con la siguiente existe lo perdurable, los instantes que nos determinan, que dan tono, ritmo y color a la memoria, a la historia de cada día.