El principal logro de esta obra es haber descrito la mediocridad de su tiempo con los mismos síntomas que presenta la de hoy; por ello sigue siendo su lectura, un ejercicio imprescindible para aquéllos que desean trascender los umbrales del conformismo y examinar con objetividad las razones que los impulsan a emprender la consecución de sus ideales en medio de una sociedad mediocre; Ingenieros expone una serie de razonamientos de carácter filosófico. Estos razonamientos básicamente giran en torno a la contradicción entre la función social de la normalidad, cuyo exponente es el hombre mediocre, y la función social de la innovación, cuyos exponentes, aquéllas personas poseedoras de una sensibilidad y un genio especiales, son los que dinamizan y le dan categoría al desenvolvimiento de la civilización. Hace el autor una crítica puntual a la falta de personalidad y a su espíritu conservador y rutinario, ubicando dentro de ello a los envidiosos, los deshonestos, los arrogantes; opuestos a los valores propios del idealismo, como, por ejemplo, la dignidad y la honorabilidad.