La historia nos había mantenido sin aliento, escuchando alrededor del fuego, pero aparte de la obvia observación de que era una historia terrible, como tiene que ser todo relato excéntrico contado junto al fuego en una vieja casona la noche de Navidad, no recuerdo que se hiciera ningún otro comentario hasta que alguien señaló que aquel era el único caso que había conocido en que un espectro de esas características se había presentado delante de un niño pequeño... éste gritó aterrado. Estoy completamente de acuerdo en que el fantasma, al aparecerse en primer lugar a un niño de tierna edad resulta especialmente interesante, pero no es el primer caso que conozco. Si el hecho de que se trate de un niño le da al asunto otra vuelta de tuerca, ¿qué dirían ustedes de dos niños? Pues diríamos, por supuesto –dijo alguien–, que dos niños significan ¡dos vueltas de tuerca!, y que nos gustaría mucho saber acerca de ellos. Con excepción de mí, hasta ahora nadie ha sabido nada al respecto. Es demasiado terrorífico. Y entonces nuestro amigo, con una serena destreza, preparó su intervención paseando su mirada sobre el resto de nosotros y dijo–: Está más allá de toda imaginación...
