Antes de dar lectura al presente libro es importante hacernos dos preguntas, la primera de ellas deberá ser por el significado de las palabras evangelio y apócrifo, términos cuya etimología grecolatina para el caso de la primera significa buena nueva o buenas noticias, mientras que para el caso de la segunda significa oculto. Es importante mencionar que ambos términos dentro de un contexto religioso se refieren, por una parte, a la vida, doctrina y milagros de Jesucristo, y por la otra, a aquellos libros que no han sido reconocidos como de inspiración divina o conforme a las reglas de la Iglesia (cánones). Luego entonces, podemos definir a los evangelios apócrifos como aquellos libros relativos a la vida y obra de Jesucristo que no son aceptados y/o reconocidos por la Iglesia de tradición judeo-cristiana y que por lo mismo son considerados como heréticos y carentes de toda verdad (falsos). Los Evangelios canónicos, como los apócrifos, fueron escritos en los albores de la era cristiana, momentos de fuerte vitalidad religiosa, cuya finalidad era propagar la fe cristiana y exacerbar la naturaleza mesiánica de Jesucristo, especialmente desde su niñez, no importando que los hechos descritos no fueran comparables.