El Satiricón es uno de esos libros que no se dejan morir. Aunque maltrecho y mutilado, ha llegado hasta nuestros días con un gran vigor y ánimo de sobrevivencia, pero más que eso, con la esperanza de recuperar las partes perdidas en el camino de los siglos y renacer completamente. Es perfectamente posible que en el desván de una casa antiquísima, o entre los papeles de un archivo ovidado pudiera encontrarse un ejemplar completo del Satiricón, pues en la versión que ahora tenemos hacen falta precisamente el principio y el final, lo que es muy lamentable.
Otras partes han sido ensambladas de manera acuciosa a lo largo del tiempo, difícil labor que ha sido realizada por pacientes editores que amaban su oficio y a quienes debemos la recuperación de gran parte de esta obra, altamente significativa para la literatura universal, y especialmente para el Occidente, pues se trata de una de las primeras narraciones que adopta la forma de lo que llamamos novela, género que ahora es muy común, pero que no lo era en la antiguedad clásica.