Quiero amarla para provocar que se ame más a sí misma. Un cuarto que es también una casa, una ciudad, un mundo. Allí, un viejo, una mujer y un niño forman una trinidad en las profundidades de un instante. El tiempo es el verdadero espacio narrativo de esta novela; su relato no fue, es ni será, ya que está siendo encarnado en identidades canjeables, porque la continuidades la resurrección.