Recargado en la reja que separa el jardín de la banqueta, un vagabundo de cuerpo inmenso y expresión demoníaca:
La gran hecatombe... El fin de la existencia...
Se sube en la reja y me amenaza con el puño:
¡Oye! ¡Idiota! ¿Acaso crees que vas a vivir para siempre?
Después se va, repitiendo de vez en vez la misma señal con el dedo medio erguido, estúpido y monótono en un intento fallido de ser obsceno.
¿Lo lastimó? Me pregunta el portero que acaba de llegar con la caja de herramientas.
Tiro el ramo a un bote de basura y me guardo en la bolsa el pañuelo sucio de sangre:
No. Sólo estaba gritando, colgando la reja.
Menos mal. A veces el infeliz Lanza piedras sobre los inquilinos, La semana pasada, casi me partió la cabeza me muestra donde lo lastimó mientras caminamos hacia la caseta. El hijo de puta... El tipo insiste en que el mundo se va a acabar el fin de semana. De eso hace diez meses. Pero es lógico que los fines de semana vienen, van y el mundo no se acaba.