En esta obra revivimos lo que hace aproximadamente cinco centurias era la
Ciudad de México, la cual estaba llena de canales y ninguna de sus calles
tenía nombre, ya que algunos lugares eran conocidos por barrios como el
de Tlatelolco, el de Mixcalco y muchos más. Los nombres de las calles vinieron con la Conquista y se aplicaron por fundaciones religiosas o civiles
que más tarde dieron origen a leyendas y tradiciones llenas de misterio y
fantasía, pues en el México viejo tanto Virreyes como clérigos y gente
común dieron vida a estos hechos ficticios y reales que hasta la fecha siguen
siendo interesantes.