Jamás, como ahora, ha habido tantas clases de abuelas.
Las de siempre, cabello gris, paciencia infinita, dedicación completa.
Las modernas, que quieren que las llamen por su nombre.
Las que viven lejos y se han convertido en expertas de la computación para comunicarse con sus nietos y las que los cuidan todos los días, malcriándolos a escondidas.
¿Qué las une a todas? El amor.
Un amor generoso, que no exige.
Un amor que todo lo comprende porque todo lo sabe.
Dios bendiga a todas las abuelas, que marcan una diferencia en la vida de sus nietos.