Un abuelo se dedica a jugar con la música que guardan las palabras, acomodándolas en el espacio como si fueran piezas de un rompecabezas. Su nieta, una pequeña con trenzas y ojos grandes, se maravilla cuando su abuelo toma las palabras en sus manos, las junta y les da forma.En ocasiones el abuelo poeta construye figuras muy bonitas, y a veces logra que las palabras juntas suelten música o que suenen gracioso. Todo marcha bien entre las manos del viento, arrullos de mar y lluvias de mariposas; hasta que un día el abuelo se encuentra con un amigo de la primaria quien le dice que la poesía no sirve para nada.El poeta se deprime y deja de escribir. Su nieta se entristece y siente cómo el abrazo de la tristeza es gris y un poco frío. La pequeña no descansará para recobrar el buen ánimo de su abuelo, pedirá ayuda a otros amigos poetas hasta que las palabras mágicas: Todo lo que yo toque se llenará de sol devuelvan la magia creadora al abuelo poeta.