Artemio de Valle-Arizpe cumplió un papel central en la construcción de nuestra imagen mental de la ciudad de México. A través de sus páginas contamos con un cuadro vivo de la urbe de antaño. No fue un cronista en el sentido estricto. No cronicó el presente (con muy pocas excepciones) sino que se dedicó como escritor e historiador al pasado. Aun así contribuyó, con imaginación, estudio y disciplina a hacerlo presente. A recordarnos que existió. A adornarlo y a desnudarlo. A escribirlo, describirlo y urdirlo con pasión de verdadero escritor y erudito.
Inquisición y crímenes se publica en 1952. Se trata de un libro sobre la forma en que la intolerancia y la represión se ejercieron en la Nueva España bajo la forma del Santo Oficio.
Este terror duraría cerca de trescientos años. En su narración Valle-Arizpe da cuenta de la labor llevada a cabo por ese tribunal, que lo mismo condenó a inocentes y a verdaderos criminales que a insurgentes como Hidalgo y Morelos. Lo hace con su muy particular estilo: mitad ficción, mitad historia. Es un valioso documento para conocer las relaciones entre Iglesia y poder político, y para entender las condiciones de marginación y acoso que por sus creencias, costumbres o pobreza sufrían muchos grupos sociales.
Mauricio Carrera