Alconedo fue platero, orfebre y pintor, pero por simpatizar con los insurgentes, cayó en desgracia y muchas de sus obras se perdieron. Forjó cañones y monedas para la Independencia. Alconedo, el orfebre insurgente.
José Luis Rodríguez Alconedo, natural de la ciudad de Puebla de los Angeles, nació hacia 1750. En 1791 obtuvo licencia de maestro en platería, para ejercer en la capital novohispana. La fama de su arte pronto trascendió, y el criollo fue distinguido, ocho años después, con el título de Académico de Honor de la Academia de San Carlos, en la cual fue profesor de grabado.
De esa época data toda una serie de encargos oficiales —algunos del virrey Branciforte— para realizar obras de arte, como una placa que representa al rey Carlos IV, y otra que representa una escena bíblica. Para la catedral realizó un escudo en bronce dorado al fuego.
Alconedo no sólo fue platero y orfebre, sino también pintor, pero muchas de sus obras se perdieron porque como simpatizaba con los insurgentes, cayó en desgracia ante sus mecenas y patrones, los españoles.
Su participación en el movimiento de independencia de México se oculta tras los velos de la leyenda y la realidad. Las complicaciones del artista comenzaron en 1808, ante la destitución del virrey Iturrigaray. Alconedo, estimado por el virrey en desgracia, fue acusado de estar forjando la corona con que había de ser coronado rey o emperador de Nueva España el mismo Iturrigaray. Nada de eso se encontró cuando la autoridad registró el domicilio del maestro platero, aunque sí cartas y pasquines comprometedores.