El genio de Shakespeare (1564-1616) descansa sin duda en su extraordinaria capacidad para entender al ser humano en sus dudas, su dolor y su mal vivir, y en llevarlo, como solución ultima, sin capacidad creativa inigualable, al campo pleno de la poesía, desde donde se levanta un mundo completo que encierra su verdad entre el silencio y asombro.