Procedente del mundo de los muertos, Francisco repasa la historia de una niñez turbulenta que determinará su destino de temible hampón. Víctima de las obsesiones del padre -un ladronzuelo violento que entre un atraco y otro busca, con la ayuda de brujos, el paradero de su desconocida progenitora-, Francisco será cómplice pueril de diversas fechorías y padecerá igualmente los maltratos infligidos a sus hermanos y a su ansiosa madre. Es ésta una infancia fantástica y entrañable iluminada por la amistad y el gozo de los juegos crueles, aunque también una infancia condenada por la huida, la complicidad y, sobre todo, por una presencia ominosa ante la cual toda