La obra de Antón Chéjov está fuertemente influida por el naturalismo francés, pero matizada por una gran penetración psicológica y sentido del humor que se proyecta sobre personajes, sentimientos y situaciones, aunque en el trasfondo de su obra se trasluce un pesimismo que en ocasiones revela un escepticismo radical, sentimiento común entre los intelectuales rusos de aquella época, ávidos de un cambio social.