Alicia a través del espejo está concebido como una partida de ajedrez, donde los arroyos y los setos se dividen las casillas y Alicia es un peón que aspira a ser reina; una partida de ajedrez donde nada tiene sentido y nada es lo que parece.
En el mundo del espejo la realidad está distorsionada, o quizá sólo es otro modo de verla. En ese mundo, para ir a cualquier lugar la mejor manera es alejarse, para cortar una tarta hay que repartirla primero; para castigar al prisionero no hay que esperar a que sea juzgado ni que cometa el delito. Alicia, a pesar de lo irracional de las situaciones, de los disparatados personajes, y de que el mundo del espejo es imposible dar nada por cierto, se va adaptando y a cada momento asume el papel del presente y fluye a través del absurdo como si fuera el mundo real.
Lewis Carroll, tras el clamoroso éxito de Alicia en el país de las maravillas (1865), escribió seis años más tarde Alicia a través del espejo, que pronto obtuvo el reconocimiento mundial.