En la Filosofía del Tocador (1795), Sade relata la educación lasciva de una joven privilegiada. Está estructurada como una obra teatral y concisa, aguda y atractiva; los personajes arquetípicos son, aquí, usados eficazmente.
Al igual que obras de Sade, la filosofía del tocador contiene innumerables perversiones, que en muchas ocasiones incluye un crudo erotismo que llega a trascender los límites de los posible.
Los libertinos que protagonizan las obras de Sade fundan su filosofía en un resuelto desprecio de las normas morales y en el odio a la ética religiosa. En la naturaleza, todas las leyes y conductas éticas, diseñadas para proteger el débil, son vistas como antinaturales.