El conflicto del ser humano se expresa en función del olvido, la amnesia y la ignorancia de sus orígenes y de su destino. El viajero, o la conciencia de reflejo, se identifico tanto en el plano de existencia más denso y más lento, que olvido su propia inmortalidad y divinidad. El ser humano se ha convertido en un extraño para sí mismo -para el dios que vive dentro de nosotros y que es nosotros- y ha buscado ayuda, sentido y redención en una causa externa.