¿Y qué esperas, entonces? Porque a mí en tus palabras nada me satisface, y jamás me satisfagan, igual que a ti las mías te displacen.
Y con todo, ¿de dónde habría obtenido una fama más ilustre que poniendo a mi hermano de sangre en una tumba? Y todos éstos te dirían que eso los complace si no tuvieran la lengua encerrada por miedo. Pero la tiranía es feliz en muchas cosas y puede hacer y decir lo que prefiera.
Hasta que Freud fogoneó la fama de Edipo, Antígona fue durante siglos la más célebre de las tragedias de Sófocles. Hegel, uno de sus panegiristas, vio en ella una lucha entre dos legalidades igualmente válidas pero irreductibles entre sí. Ya desde su estreno, alrededor del año 442 a.C., le valió al autor el reconocimiento de sus conciudadanos. La figura de Antígona, plena de dramaticidad, ha despertado a través del tiempo el interés del público, de la gente de teatro, de grandes pensadores y de varios dramaturgos que escribieron sus propias versiones.
La traducción, procura un equilibrio entre el respeto a la poética verbal de Sófocles, la fluidez conversacional del teatro y el ritmo del verso. La introducción está centrada en el interés teatral y poético de la obra, y las numerosas notas ponen a disposición del lector elementos que le permitan seguir más fácilmente el texto y sus características.