Desde el nacimiento y hasta los seis años, el niño se forja una imagen de sí mismo. Los padres son los únicos que tienen las herramientas necesarias para ayudarlo a desarrollar actitudes básicas que le permitan tener, poco a poco, una buena autoestima.
Los hijos crean su propia imagen observando y escuchando a sus padres, pero sobre todo viendo y sintiéndose orgullosos o decepcionados de su entorno. La autoestima es una flama pequeña que brilla en el fondo de los ojos de un niño después de que mamá o papá lo halagan o expresan su satisfacción.