Del prólogo. Alil Álvarez Alcalá me ha pedido prologar el presente libro. Lo hago con enorme gusto por varias razones. La primera ?y para mí más importante desde el punto de vista personal? es que la conozco desde que fue alumna en el Instituto Tecnológico Autónomo de México. Alil se distinguió por su capacidad y entusiasmo. Realizó una brillante carrera, teniendo la intención de dedicarse a la regulación de las relaciones jurídicas en diversos campos artísticos. Sin saber cómo tomó su decisión, incursionó en el Derecho Tributario y desde entonces ha permanecido en él de dos maneras. Por una parte, en el ejercicio libre de la profesión, asociada primeramente en importantes firmas, hasta llegar a la constitución de la suya. Por otra parte, desde hace algunos años se incorporó como profesora de asignatura en el Departamento de Derecho del ITAM en los dos cursos de Fiscal que prevé el programa. Por el contacto constante que tengo con esta institución, sé que sus cursos son de calidad y vigor, los alumnos aprenden y, en algunos casos, deciden incorporarse en esa rama del Derecho.