No hubo señales, no existían previsiones. El mundo no estaba preparado para hacer frente a una catástrofe como aquella. El caos se desató, arrasando con una civilización ignorante de lo que se avecinaba. Andrés sí lo vio venir, y por eso fue la única persona que pudo mantener con vida al pequeño Damián. Juntos tratarán de e scapar de una ciudad tomada por legiones de muertos vivientes, en busca de otros supervivientes. Sin embargo, hay una amenaza más aterradora que las hordas de zombis; un enemigo imbatible: el instinto humano.