El destino de México está en manos de un mito y no de su pueblo. Puesto así, entrar al siglo XXI es ya un milagro y desde luego, más milagroso aún será que salgamos de él. El verdadero milagro guadalupano es que el mexicano soporte todo, aferrado al consuelo de su madre celestial, y que agradezca sin importar lo que ocurra, que aguante año tras año.
Juan Miguel Zunzunegui expone algunas verdades que se esconden detrás del culto guadalupano, sin ánimo de ofender al pueblo y sus creencias. Considera innegable que la imagen guadalupana conquistó a México; lo formó, le dio identidad durante el Virreinato; fue el estandarte de los insurgentes, parte del nombre de nuestro primer presidente; bandera revolucionaria y cristera, y símbolo que, para bien o para mal, identifica a México en todo el planeta.
Este libro no pretende acabar con el guadalupanismo, sólo intenta analizarlo, repensarlo y replantearlo, incluso, de entenderlo. Ninguna divinidad ha sacado a un país adelante..., y tal parece que México pretende dejarle todo el trabajo a la guadalupana.